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Noticias > La Fulana y el Traje Infinito | por Germán Milich Escanellas

«Llegó el final, es la despedida, hay una lágrima junando el corazón, algo habrá que hacer para no olvidarla, se va. No hay vuelta atrás, siempre se termina el tiempo y la tristeza es como un ave que, al volar, sueña con posarse en la retirada; ¡adiós!»


Bueno, se viene la despedida y como es costumbre uno se pone nostálgico y profundo, por eso hoy me dejaré llevar por Proust y la búsqueda del tiempo perdido. Una vez una bruja me preguntó: ¿cuál es la menor distancia entre dos puntos? Ante mi silencio me reveló el secreto: aquella que no existe, todos los puntos son el mismo punto.
Lo mismo pasa con el tiempo, que es nada más que una ilusión que surge del espacio separándose en un proceso entrópico; ¿cuál es la menor medida de tiempo? Aquella que no existe, todos los momentos son el presente. Y aunque les parezca una locura esto que voy a decir, queridos lectores, nada mejor que este tema para hacer un repertorio murguero. La Fulana que lo diga.
Que las y los murguistas seamos populares, no significa que estemos ajenos al hondo bajo fondo de la filosofía que el mostrador nos predica en una noche de luna. Vemos la tormenta en un fósforo y descubrimos los más preciados frutos de la sabiduría en las cuartetas de una retirada. 

El Tiempo Encontrado
Se cierra el telón, se apagan los sueños, comienza la noche su viaje de lunas por el cielo, no hay nada mejor que el mostrador ni otra flor que la alegría, es la despedida, se va.
Y fue en esas idas y venidas que conocí a Fabián Maulella vestuarista y director responsable de La Fulana en 2019, antes de la pandemia — aunque utilizar fechas es un eufemismo en este contexto filosofal — de manera remota y desde entonces nos hemos dedicado a encontrar lo que muchas veces nos quieren decir que hemos perdido.
Comenzamos hablando de La Estética del Oprimido de Augusto Boal y él me contó cómo percibía esa opresión cada vez que la Murga tenía que comprar su vestuario de una Murga de Montevideo, de qué manera esa creación — meritoria, es verdad, pero ajena — le robaba verdad al espectáculo. 


La Revolución es el Vestuario
Otra vez el adiós, un pozo de silencio, todo es tan triste en una despedida, mano a mano con el tiempo, nos vamos pensando en volver.
Nos acostumbramos tanto a la opresión, a la tributación a los puertos reales de la colonia por donde se iba — y se sigue yendo — nuestra riqueza más preciada, nuestros jóvenes, que todo se vuelve ríspido, pero naturalizado. 
Es normal tener que ir a vivir a Montevideo para estudiar, es normal abandonar el país en un exilio inconsciente, es normal dejar atrás familia, amigos y lugares queridos, como si no existiese opción.
En ese contexto, la revolución de La Fulana fue dejar de aceptar usar los vestuarios de otras Murgas y otros repertorios como algo natural y comenzar a confeccionar su propia estética.


El Vestuarista Universal
La ciudad nos verá inventando armonías y saldrá para ver a la Murga pasar y en cada serpentina irá la voz de los payasos como una melodía que repite: no va más, terminó, cada cual para su casa, se marcha este rejunte de almas trasnochadas.
Y es por eso, que esta despedida homenajea a los vestuaristas del carnaval, al movimiento A Las Murga las Viste el Pueblo, de aquel icónico 1987 en el que en Salto había 20 Murgas. A los obreros del arte, costureros, diseñadores y tantos otros que con su silencioso grito libertario proclaman una nueva independencia con una bandera flameando que dice Libertad y Vida.
Todo es tela, todo es hilo, un cuento hecho de retazos, nuestra identidad zurcida entre indios, africanos y europeos es la prueba de nuestra forma de vestir los ropajes de la historia.


Eternamente Fulana
La primera vez fue distracción, la segunda amor, la tercera olvido, la cuarta pura diversión, en la quinta estábamos prohibidos. Creo que fue ahí que se disparó el reloj con un ala rota y que un nuevo sol vino a iluminar antiguas derrotas.
La Fulana nuevamente nos deleita con un espectáculo popular y profundo que utiliza todos los bellos artilugios de la Murga para darle al pueblo lo mejor de lo mejor. Es una Murga Murga, pero que carga otra tradición que ni es tan española ni tan montevideana, es una Murga Murga del Interior, de la heroica Paysandú.
Salú La Fulana el carnaval te agradece y el público emocionado te aplaude, por siempre volver a crear los trajes de nuestra rebeldía y ofrecernos arte tan vital como el pan de cada día. Podrá el tiempo amarrete tratar de acobardarnos en la ilusión de su existencia, pero La Fulana siempre volverá.
Por eso terminamos este ciclo especial del Sol y Luna, diciendo que el carnaval no termina más y en el próximo número hablaremos del proyecto que estamos creando con La Fulana: Murga en la Escuela, es Murga, pero no es Carnaval… ¡Esta historia siempre continuará!

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